Alvaro Delgado: “Vamos camino a que todo el mundo empiece a cambiar costumbres”
Álvaro Delgado busca algo en los bolsillos de su saco hasta que lo encuentra. “Uso este que me hizo mi esposa”, dice mientras muestra un tapabocas de tela azul y una especie de bolsillo al que se le puede poner un filtro de café para que sea más higiénico. Para el secretario de la Presidencia, ese tapabocas representa la clave de los cuidados a los que los uruguayos deben apelar para evitar que el coronavirus SARS-CoV-2 se siga expandiendo. Tapabocas, distanciamiento social, “quedarse en casa”, nuevos hábitos de higiene. Cuatro conceptos en los que Delgado insiste a lo largo de la entrevista con El Observador.
El jerarca, mano derecha del presidente Luis Lacalle Pou, anunció que se empezarán a hacer estudios del virus con grupos centinelas aleatorios, a través de un muestreo, pensando especialmente en las personas asintomáticas, dijo que habrá una “generación coronavirus” y que se deberá “pasar el invierno con la menor exposición al riesgo de contagio posible”. A continuación, un resumen de la entrevista a la vera de una mesa sobre el que Delgado apoya el mate habitual –que ya no comparte– y ahora un frasco de alcohol en gel.
Hay más movimiento en la calle, ¿se lo atribuyen a que volvió a trabajar la construcción?
En el chip del uruguayo, la Semana Santa era una semana muy diferente y el lunes siguiente, que generalmente en Uruguay aumenta la actividad, quizá era un poco previsible que hubiera más gente. Además de que empezaron los 45 mil trabajadores directos de la construcción, que es un sector muy regulado, con obras controladas, protocolos de sanidad, registro de obras, actuación del Ministerio de Trabajo, de Salud, empresas y trabajadores. Obviamente generó movimiento pero igual hay una actividad muy deprimida de la economía uruguaya, que no la estamos dejando morir del todo porque si bien la prioridad es la salud, tampoco podemos dejar morir a los motores de la economía. Entre otras cosas porque hay una mitad del país que abastece a la otra mitad. Además, va a haber algún momento donde este proceso empiece a ir declinando, pero esto es muy dinámico. Esta enfermedad no tiene cura, tiene tratamientos sintomáticos. Parte de cómo evolucionó el proceso tiene que ver con las decisiones que tomó el gobierno, particularmente el presidente de la República, de tomar medidas muy duras, muy rápido. Todas las medidas generaron que lo que pasa en otros países –el contagio exponencial– en Uruguay se fuera transformando en una curva más lenta, achatándose. Y el objetivo es tratar de que sea meseta.
¿Cómo estamos ahora?
Más meseteados. Todo el tiempo que fuimos ganando para el peor escenario –que es el de más contagiados con complicaciones y en CTI– nos dio tiempo para preparar más camas de CTI, más ventiladores, respiradores.
¿La idea era blindarse?
Exacto. Y en gran medida la gente tomó conciencia de que la conducta de cada una condiciona la salud de todos. Nosotros le fuimos agregando cosas y empezamos a subirle la apuesta a otras, por ejemplo al transporte público con convenios de desinfección, de aumento de frecuencias para evitar aglomeraciones, y ahora esta semana empezamos con la solicitud del uso de tapabocas. Que se queden lo más posible en sus casas pero que, si tienen que salir, usen tapabocas. Puede ser casero, lavable y al que no lo tenga se lo vamos a proporcionar. Ya distribuimos en el transporte.
Pero no se controla que adentro del transporte colectivo se lleve
Lo que pasa que hoy no tenemos norma para hacerlo obligatorio y no podemos generar una discusión entre el chofer cobrador y el pasajero. Pero está pasando que hay un control social y la gente empezó a darse cuenta de que la forma de combatir al coronavirus es la prevención y la protección del contagio. Yo sé que estas medidas son distorsivas y por eso a veces pedimos disculpas. Muchas de las medidas son muy duras y generan distorsiones. El día que se inauguró la línea para apoyo psicológico en ASSE hubo más de 400 llamadas.
La premisa ha sido no obligar, sino exhortar.
Nos negamos a pensar que haya que instalar algo casi policíaco para que la gente se quede en la casa. En los países donde se hizo, hay más personas procesadas o detenidas que infectadas. Si vos ves la evolución de los contagiados en función de cantidad de millón de habitantes, de cantidad de tests, fallecidos, etc, en Uruguay en realidad hasta ahora el proceso viene en sentido de evolución positiva. Con el agregado de que empiezan esta semana a aparecer más recuperados que contagiados.
¿Esta nueva situación de más recuperados que infectados cambia algo la estrategia?
No nos cambia el mensaje. Si nosotros cambiamos la actitud esto que viene relativamente bien dentro de la desgracia, se dispara. Vamos generando los escenarios, como más camas de CTI, con grupos centinelas aleatorios, generar otras estrategias, más protocolos, el comienzo de clases en algunas escuelas rurales. Esto va a generar una “generación coronavirus”. Esto va a marcar a una generación. Luis (Lacalle Pou) hablaba de las perillas de la salud, la más grande de todos, y siempre prevalece sobre el resto. Pero hay que ir regulando el resto porque condiciona el tema sanitario.
¿Cómo están esas perillas, la sanitaria, la social y la económica?
Hay mucha gente a la que se le cayó la actividad, por diferentes motivos, y todo eso hace que haya que dar una atención especial y empezar por los más vulnerables. Los que tienen menos espalda, de una espalda que no sabemos cuán ancha tiene que ser porque tampoco sabemos cuánto dura todo este proceso. Trabajamos preventivamente y pragmáticamente. Preferíamos tener curva a tener pico (de casos) y preferíamos tener meseta a curva. Y creo que lo fuimos logrando, no el gobierno solo sino con la población. Es tan aleatorio y uno puede hablar de algoritmos, escenarios y modelos de morbilidad, exponenciales, en función de la estadística epidemiológica, pero hay un comportamiento no del todo claro de este virus. Hasta que no haya una vacuna uno se tiene que adaptar a esas curvas de probabilidad epidemiológica, tratando de pasar el invierno con la menor exposición al riesgo de contagio posible. Con el agregado de que hay muchos contagiados asintomáticos, quizá nunca lo vamos a saber. Por eso la estrategia centinela, que tiene que ver con (hacer testeos en) diferentes poblaciones y es por los asintomáticos, haciendo un muestreo. Además hay muchos que cursan la enfermedad con síntomas leves o controlados. Para nosotros eran muy importante tomar medidas duras y de prevención para encarar el invierno. Que Uruguay tenga la garantía que todo aquel que necesite un tratamiento lo va a tener.
Esta semana se llegó al número máximo de test. ¿Se sigue teniendo mil como objetivo?
Yo no voy a hablar de números porque no sé si lo correcto es ir poniendo metas. Se va aumentando el testeo, la capacidad de diagnóstico, más laboratorios, instituciones, resultados más rápidos y en Salud Pública hay una estrategia de ir testeando población centinela para tener idea de la circulación viral.
¿El gobierno irá por la línea planteada por el director general de Salud, de salir e inmunizarnos?
El mensaje es el mismo: quedate en casa y si salís, hacelo protegido. Las curvas de expansión del virus en un momento empiezan a tener una declinación y va a haber que ir aprendiendo cuando eso ocurra. No es esta la etapa.
¿Los uruguayos deberán irse haciendo la idea de pasar un invierno en sus casas?
Lo que pasa es que el invierno ayuda a ese proceso. Si le agregamos los elementos de higiene y protección personal, hábitos y costumbres, que sabemos que cuesta especialmente por razones de vínculo social, pero esto va a servir para todo porque quizá también haya menos enfermos y muertos por gripe.
¿Tendremos que usar tapabocas todo el invierno?
Vamos camino a que todo el mundo empiece a tener la costumbre a usar tapabocas cuando salga de sus casas y además el distanciamiento social. Hay que acostumbrarse a generar mecanismos de distancia. Lo único que tenemos constante es la evaluación permanente pero creo que el distanciamiento social y el tapabocas van a seguir. Esto ayuda a prevenir.
¿Cuándo se abrirán las fronteras?
En esto hay que ser tremendamente honesto y la verdad es que no lo sé pero tampoco lo saben epidemiólogos, el presidente de la República, o los ministros. Estamos pensando siempre en el día después, cuando la meseta empiece la declinación. Tenemos que pensar en esos procesos de declinación virológica o que cambie la curva y también en el mientras tanto. Ese es un gran drama por los más vulnerables. A los que están en la informalidad, que son muchos más de los que uno suponía y a los propietarios de diferentes empresas y comercios, a muchos profesionales que no pueden realizar sus actividades. Estamos pensando por eso en las medidas de reactivación de esto.
Jair Bolsonaro destituyó a su ministro de Salud. ¿A Uruguay le preocupa la situación brasileña?
Tenemos las fronteras cerradas y para que los procesos se cambien tenemos que tener muchas garantías. Primero hay que proteger a los que están acá. Obviamente con Brasil es diferente porque tenemos ciudades binacionales y el corrimiento de la frontera fue más abajo. Además en esas ciudades se está trabajando con protocolos binacionales de prevención. Nosotros siempre monitoreamos lo que pasa en los países vecinos, pero también en los demás.
Lacalle hablaba de “la nueva normalidad”. ¿Cómo se la imaginan?
Yo hablo de la “generación coronavirus”, que tiene que ver con la educación, situaciones laborales, diferentes. Muchas tareas se pueden hacer no presenciales tan eficientes como presenciales. Esto va a dar una gran oportunidad de rediscutir muchas cosas.
¿Con qué características proyectan esa nueva normalidad o generación?
Espero que sea una generación coronavirus que no sea para siempre y que esto sea tan solo una anécdota de la historia de Uruguay, que además es algo mundial. En todo el mundo hay aumento del endeudamiento y déficit fiscal porque se prioriza la salud. Ojalá sea una anécdota y pronto esté la vacuna, pero sí este año va a estar marcado por una generación que tuvo que quedarse más en su casa, a convivir más en confinamiento social voluntario con distanciamiento. Vamos a tener que empezar a convivir con esta situación. Eso implica cambios de hábitos. Esperemos también de esto sacar oportunidades.
¿No se imagina un país más pobre?
Primero me imagino un país más solidario.
¿Pero no va a aumentar la pobreza?
En un momento esto va a tener una curva inversa a la declinación de la meseta. La gente queriendo salir a consumir, a reactivar la economía. Ahí es cuando empieza a jugar el gobierno, recalculando todos los planes que teníamos, a generar las condiciones de estímulo para que las reactivaciones se hagan con cuidado, con protección, pero con eficiencia.
¿Cómo se pone en marcha un gobierno que a 13 días de asumir tiene que decretar la emergencia sanitaria?
Si hubiéramos soñado un escenario de inicio complicado, jamás hubiera estado esto. El gobierno lo que hace es ayudar al mientras tanto, tomar medidas sanitarias, decisiones políticas. Cuando hay una pandemia así creo que la gente valora un liderazgo firme, con un rumbo. Firme y dialoguista porque todo el tiempo nos reunimos con actores de diferentes tipos. En el tema sanitario hay un liderazgo en la estrategia del combate sanitaria a este enemigo, que es el coronavirus. Es importante en este tipo de crisis que haya un solo mensaje.
Tiene niveles de aprobación altos en las encuestas de opinión pública. ¿A qué se lo atribuye?
Hay que hacer mucha pedagogía en esto, explicar por qué tomamos tal o cual medida. En eso no es un tema personal, a mí me tocó un rol pero esto es un equipo y acá hay una decisión del presidente que lidera el proceso. Es el que todas las semanas también da la cara y no manda a los ministros a decir. A veces simplemente toca dar más la cara que otros. La gente tiene que sentir que el gobierno la está cuidando.
¿Su rol es muy diferente a lo que imaginó?
Tan distinto que no pensaba que iba a haber un coronavirus en el medio. Iba a ser de apoyo a la coordinación de políticas públicas, del gabinete, de tareas de Presidencia, pero uno en esto no hace lo que quiere o puede sino lo que debe. Si algo ha tenido este gobierno es (estar) “espalda con espalda”.
¿Hubo una decisión de que el ministro Daniel Salinas saliera menos a comunicar a la opinión pública?
Es que un ministro no puede salir todos los días a dar una especie de parte médico. Se decidió salir en conferencia de prensa cuando hay medidas para anunciar, exhortaciones o medidas económicas de apoyo. Acá hemos formado una especie de comité de crisis permanente.
¿Cómo llega la coalición a tratar el proyecto de ley de urgente consideración?
Si algo vamos a asegurar es la calidad de la discusión, bien democrática.
Mantuvieron el artículo que propone la desmonopolización del combustible, sabiendo que eso iba a hacer ruido en los socios porque no está en el Compromiso por el País.
Va a haber debate parlamentario. Está bueno que esté el debate y cada uno dé su opinión. Va a haber instancias de coordinación parlamentaria en la coalición y en el debate parlamentario con garantías para todos. Estamos esperando que el Parlamento termine de definir su mejor forma de funcionar y seguirán entrando otros proyectos. Haya o no haya coronavirus.
¿Si algunos artículos no se aprueban se pueden enviar como proyectos ordinarios?
Veremos. Obviamente nosotros tenemos un compromiso muy firme con la baja estructural de los combustibles, de todo lo que tiene que ver con el precio al público pero del surtidor para atrás.
Falta mucho pero, ¿se ve como candidato en 2024?
Sería una frivolidad hablar de esto ahora. Esperemos pasar esto lo mejor posible, que haya reactivación económica, que la gente viva mejor y todo lo demás se verá.
Fuente: El Observador