El “descontrol” en ASSE “es mucho peor que el que se conoce”, dice Lema, y advierte “tolerancia cero” en un gobierno blanco

Hay algo de hiperactividad en el diputado blanco Martín Lema. Salta de un tema a otro, revuelve papeles, levanta el teléfono y hace llamadas mientras chequea mensajes de distintas fuentes que le llegan a su celular. Desde que asumió en el Parlamento se propuso fiscalizar la gestión de la salud pública y se apuntó varias  denuncias de irregularidades que luego fueron confirmadas. Fue en buena medida uno de los responsables de los cambios que el presidente Tabaré Vázquez se vio obligado a hacer a mediados del periodo en el Directorio de la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE). En lo que va del gobierno, Lema presentó más de 300 pedidos de informes a distintos organismos y se queja de que la mayoría vuelven vacíos de documentación. También protesta porque cuando decide ir sin previo aviso a hospitales o refugios a conocer la realidad in situ, le cierran la puerta en la cara. Para Lema todo eso habla de un “descontrol” y de un “miedo” de las autoridades a la fiscalización y a aplicar oportunas “medidas correctivas”. Y anuncia –aunque no se quiere poner en ningún cargo– que en un eventual gobierno blanco serán “tajantes” e “implacables” con la corrupción. Y que se buscará “modernizar” la gestión apelando a técnicos encima de políticos. “Es tan mala la gestión, que eligiendo a las personas indicadas y con el respaldo necesario, la cosa se puede encaminar”, asegura.

Lo que sigue es un resumen de su entrevista con Búsqueda.
—Hace unos días se reunió con el Directorio de la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), ¿qué balance se hizo después de unos años en el que el organismo estuvo siempre en el ojo de la tormenta?
–Para mí, el tema ASSE arranca mal desde el comienzo del periodo. No hay que olvidar todos los hechos de corrupción del 2014 que terminaron con el procesamiento de uno de los miembros del directorio —Alfredo Silva, representante de los trabajadores— y a mi juicio al inicio del periodo se tendría que haber dado mayores garantías y transparencia. El Frente Amplio hizo lo contrario: optó por tener el 100% de la decisión política de ASSE, optó por excluir al miembro de la oposición, a pesar de que fue su trabajo el que permitió conocer el alcance de un montón de irregularidades. El periodo comienza con un temor al ejercicio de los controles. Después todos sabemos lo que pasó: contratación de ambulancias que eran propiedad de directores de hospitales, desvíos de recursos, mal utilización de los fondos, farmacias inhabilitadas, problemas en tiempos de espera, etc. Todo eso llevó a que se tuviera que destituir al directorio entero. Con el cambio de las autoridades valoramos desde un principio la apertura al diálogo.
—¿No había antes un diálogo con las autoridades de ASSE?
—No. Cuando se decidió no incluir a la oposición en el directorio, yo pedí por escrito que me reciban para poder tener un diálogo más fluido. La respuesta fue que no, que en todo caso yo los tenía que convocar a la comisión. Y ahí fue que empezamos a reclamar las auditorías, sobre un montón de temas que hacían ruido.
—¿Con el nuevo directorio eso cambió?
—Vi una apertura desde el vamos. Pero, y eso se los expresé en la reunión, en las respuestas que me estaban dando a los pedidos de informe había una carencia de los materiales y documentación puntual que yo estaba solicitando. Yo estoy convencido de que el descontrol de ASSE es mucho peor de lo que se ha conocido públicamente. Y como esto lo sé, le reclamé que hay un montón de información concreta —intervenciones del Tribunal de Cuentas, resoluciones de ordenadores de gastos de distintos hospitales— que yo pido en los informes y las respuestas no me llegan.
—Los pedidos de informes y las respuestas que no conforman a los legisladores parece ser algo que se ha vuelto usual.
—Es una herramienta que nosotros tenemos y no podemos dejar que se bastardeé por nadie. Y en este caso, el Directorio de ASSE excluye al miembro de la oposición, no prorrogan una comisión investigadora en el Parlamento, y encima las respuestas de los pedidos de informe vienen vacíos de documentación. Bueno, entonces es imposible ejercer el control parlamentario. Les hice este reclamo al directorio. Y encontré receptividad y autocrítica. Y se comprometieron a brindarme la información que solicité en la reiteración de los pedidos. También te digo: es tanto el descontrol que hay documentación que ni el directorio logra localizar.
—¿Entonces hay ocultamiento o hay desprolijidad?
—Voy a partir de la buena fe de las actuales autoridades. Ellos me dicen que no tienen ningún interés en ocultar. Pero es tanto el descontrol que hay documentación que tiene que ver con ASSE a la que no pueden acceder. De esto me hago cargo. Son documentos internos, la lógica es que el directorio pueda acceder a ellos. Hasta por interés en la gestión. La intención de ellos es tratar de hacer lo que pueden, pero el descontrol hace que lamentablemente no puedan. En ASSE el Frente Amplio demostró que no sabe gestionar la salud pública. Entonces, más allá de los cambios de protagonistas, el descontrol los termina superando. No se ha puesto hincapié en la gestión ni en el cuidado de los recursos ni se han centrado en el usuario. Se han centrado en generar estadísticas.
—Se puede presumir que en un eventual gobierno blanco, usted va a hacer uno de los referentes en el área de la salud. ¿Cómo imagina que se puede gestionar ASSE con todo ese descontrol endémico que viene denunciando?
—Primero hay que modernizar el esquema de ASSE y las herramientas de control. Hay que hacer una mayor fiscalización. Y no es lo más optimo que todo se centre en un solo directorio.
—¿Piensa en descentralizar?
—Sí, hay que descentralizar, seguro.
—Pero ya hay una regionalización.
—Sí, bueno, pero hacerlo efectivo.
—¿Cree que hoy eso no se cumple?
—Claramente eso no se cumple. Es un anhelo que yo no veo que esté funcionando. Si hay una regionalización, es en los papeles. Cuando hablan de regionalización y un montón de títulos que les ponen, en realidad están hablando de la teoría. Hay que tener una política de seguimiento mucho más intensa. Después hay que poner a los mejores en la gestión. Se tiene que terminar eso de los directores y cargos a dedo. Algunos dicen: eso pasaba antes. No importa cuándo pasó…
—Bueno, pero ahora hay concursos para acceder a determinados cargos.
—En los concursos tengo matices, comparto la idea inicial. Pero hay una muestra de improvisación. Si querían que la política de ASSE fuera elegir a los mejores de entrada, no hay que esperar a que se hayan descubierto todas las irregularidades que ocurrieron, a cambiar a las autoridades, a esperar que pase la mitad del periodo para hacer el concurso. La lógica de la elección de los mejores tiene que ser de entrada. Y estoy convencido de que hay que ir hacia esa búsqueda desde el inicio. Buscar verdaderos gestores. No puede ser por cuota política.
—¿Y volvería la oposición  al Directorio de ASSE en un gobierno blanco?
—No soy quién para decirlo. Creo que es sano. El contrapeso y la fiscalización desde el propio directorio perfecciona necesariamente la gestión en la toma de decisiones.
—Y también piensa en un directorio con menos cuota política.
—Que no sea: a ASSE la va a gestionar fulano porque se lo entrego por cuota política. Hay que ver qué nombres están detrás de los diferentes criterios, que podrán ser desde dialogar con otros partidos políticos hasta acoplarse con una política sanitaria. Pero no puede ser que fulano esté porque la cuota política hace que pongan a una persona sin credenciales.
—¿Cree que este directorio bajó un mensaje condenatorio de los actos de corrupción en ASSE?
—Al Frente le tembló la mano a la hora de aplicar medidas correctivas sobre una cantidad de irregularidades.
—¿Y cuál va a ser el mensaje de los blancos en un eventual gobierno?
—Creo que no solo en ASSE, en general, un gobierno del Partido Nacional tiene que ser implacable ante hechos de corrupción. Aquel que se dice correligionario y se corrompe, tiene dos problemas: es corrupto y es traidor. Hay que ser tajantes. Tener tolerancia cero contra la corrupción.
—Eso en el discurso suena bárbaro. Lo dijo Tabaré Vázquez al inicio de su primer gobierno: “Al que meta la mano en la lata, le cortamos la mano”. ¿Pero cómo se baja a tierra?
—Aquel que se desvíe de los lineamientos generales de la ética de un gobierno tiene que tener una medida correctiva. Eso no pasó con el Frente Amplio. En casos como los de Bella Unión o en Rivera, creo que el vínculo de compañerismo hizo que muchas veces llegaran tarde las decisiones de remoción de ciertas personas. Creo que aquel que se descarrile, aquel que contrate a su propia empresa, no puede durar dos minutos en el cargo. En el Frente Amplio ha habido una conducta totalmente permisiva.
—Se habló de hacer auditorías al inicio de un eventual gobierno de Luis Lacalle Pou.
—Es que hay que ir a fondo. Hay que saber bien cuál es el estado de situación. Más con la muestra de falta de transparencia y ocultamente de información que ha tenido el gobierno. No solo en ASSE. Cuando quisimos investigar los negocios con Venezuela, no se pudo; cuando quisimos prorrogar la investigación en ASSE, no se pudo; cuando propusimos investigar al Ministerio de Desarrollo Social (Mides) —donde hay un amiguismo feroz—, no se pudo. Le tienen miedo al control. Tienen miedo de que sepamos las cosas que están pasando, lo vimos cuando nos retiraron a los legisladores la clave para acceder a datos pormenorizados de la contabilidad del Estado. Uno se pregunta ¿qué están ocultando? ¿A quién están protegiendo?
—Usted suele caer de improviso a hospitales y refugios para hacer una suerte de fiscalización in situ. ¿Ahí también ha tenido problemas?
—Hice un recorrida en la madrugada por los hospitales y a los días salió un comunicado que avisaba que no se podía entrar en los centros sin previa autorización. Ahora nos pasa con los refugios, que son bienes de uso público y a los que fui durante su funcionamiento. Empecé la recorrida a la hora en que la gente empieza a ir a los refugios, para ver cómo funcionan con las personas adentro. De nada me sirve coordinar una visita si no puedo saber cómo están las personas. Es una postura autoritaria. Y encima tienen la cobardía de poner como escudo a los más vulnerables para no justificar las irregularidades de los jerarcas.
—Lo que contestaron es que la actitud autoritaria era la suya al querer ingresar a prepo solo con la chapa de diputado.
—Ah, bueno. Pero a mí me gusta el trabajo de campo. Me gusta estar en la cancha. Pasa que viniendo de muchos burócratas de escritorio, no pueden entender que el primer concepto de control es el presencial, para que nadie me la cuente.
—¿Conversa con Lacalle Pou de estos temas?
—Siento el respaldo de Luis. Me da tranquilidad de que va a ser tajante e implacable con todo esto.
—Si es tal el caos que describe en ASSE y en el Mides, ¿cómo imagina el día después en un gobierno blanco? ¿En qué plazos se puede poner orden?
—Hablar de plazos es imprudente. Pero soy superoptimista. Porque es tan mala la gestión, que eligiendo a las personas indicadas y con el respaldo necesario, la cosa se puede encaminar en un tiempo considerable.

Fuente: BUSQUEDA