Luis Lacalle Pou: «Se puede ahorrar en torno a US$ 900 millones por año»

Mañana presentará su programa de gobierno y entre los asuntos destacados que contendrá se advierte su propuesta para bajar el gasto sin aumentar impuestos ni tarifas públicas. No apoya la reforma constitucional, pero dará libertad de acción a sus votantes.

—Su padre, el expresidente Lacalle, estuvo en primera fila en el acto de lanzamiento de su campaña. ¿Qué consejo le dio para esta carrera electoral?

—Ninguno. Imaginarás que no es una relación común como cualquier padre e hijo la que tenemos. La campaña pasada para él significó el retiro. Si cualquier otro era candidato no se retiraba, pero cuando yo doy medio paso adelante significó su retiro. Era imposible convivir con su presencia, su magnitud, con el nacimiento de una candidatura. Desde ahí a la fecha se ha consolidado más eso y tratamos en casa —aunque es difícil— de tener temas ajenos a la política para tener una vínculo familiar normal. Si no, termina siendo contraproducente.

—En esta campaña reapareció Sanguinetti como opción. ¿No le generó ruido que se pudiera entusiasmar?

—(Risas) Obviamente eso genera reacciones. Son viejos lobos. Lo llevan en la sangre. Vibran con la actividad política y les cuesta estar en la tribuna. Están acostumbrados a jugar. Un día llego a la casa de él y lo vi con los ojos más vivos. Me di cuenta que como el otro fenómeno había largado, empezaba una onda de… Y le digo: «No, no… vos no». En chiste, lo tiene asumido.

—¿Cómo explica que los blancos estén, según las encuestas, estancados en alrededor del 30% de la intención de voto?

—En realidad lo que uno debiera observar es cómo estaba el Partido Nacional en este mismo momento hace cinco años. Y todas las encuestas nos daban cinco o seis puntos por debajo de lo que estamos hoy. Así como el FA estaba 12, o 14 puntos arriba de lo que está hoy.

—Sus competidores dicen que los blancos siguen estancados en 30% desde la elección anterior porque usted no logra cautivar indecisos ni desencantados del Frente Amplio. ¿Qué opinión le merece?

—A veces es complicado ensayar una autodefensa. A mí me gusta ser objetivo en estos temas. Hoy en nuestro partido está militando gente notoriamente de izquierda. Ya no es solo Jorge Saravia, ni Graciela Bianchi. Hay un diputado del MPP que renuncia a la banca y se adhiere a nuestra candidatura. Pero también ediles, alcaldes en todos los departamentos. Cuando vas a los datos de la estadística, de la opinión pública: Opción y Equipos, las dos claramente marcan que hay gente que votó al FA y hoy está votando a los blancos. Y de esa porción gran parte me están votando a mí. No es una autodefensa, son números objetivos. El resto son opiniones. A mí me gusta, como cuando estoy tratando de conseguir el voto, no decir porque la gente no va a votar a otro. Tratar de convencerlo yo mismo.

—En el acto de lanzamiento habló de «un fierro caliente», ¿cree que así será el próximo período de gobierno?

—Sí. Sí, por supuesto. De hecho ya está caliente y subiendo en temperatura.

—Pero en caso de ganar agarraría una económica con 16 años de crecimiento. Eso es inédito en la historia del Uruguay.

—Sí, es cierto. También es cierto que cuando se mira la inversión, la industria, el comercio… El crecimiento económico no es un crecimiento que se sostenga en generar puestos de trabajo. Si no, no se explica cómo se están perdiendo puestos de trabajo y cerrando empresas. Ahí está el fierro caliente. Si no se toman medidas basadas en el equilibrio fiscal va a ser muy difícil que (el próximo gobierno) tenga cintura. Hoy aumenta la recaudación, pero sube el gasto público, no mejora la gestión de gobierno, hay más desempleo y cierran empresas. Este es un caldo de cultivo muy complejo.

—¿Le tiene miedo al concepto de «ajuste fiscal»?

—Lo que pasa es que el ajuste fiscal a veces se entiende como el ajuste vía impuestos, vía tarifas, vía combustible. El ajuste fiscal definido propiamente dicho es ajustar los números. Es lo que hay que hacer. Lo que no hay que hacer es un ajuste vía impuestos y vía tarifas. Lo que no hay que hacer es un ajuste vía el bolsillo del ciudadano que no aguanta más.

—¿Si gana asegura que no va a haber un ajuste fiscal por el lado de la suba de impuestos?

—Lo dije el sábado, en Paso del Cerro en Tacuarembó ante 35 personas. Lo vengo repitiendo: el que sea candidato a presidente, si no dice que va a bajar el gasto, va a tener que subir impuestos; y el que suba impuestos va a generar efectos recesivos.

—Su eventual ministra de Economía Azucena Arbeleche dijo en octubre de 2018 a El País: «Ajuste fiscal es mejorar el resultado fiscal y eso es necesario».

—Claro, desde el punto de vista de la definición del ajuste fiscal. Este lunes (por mañana) vamos a comunicar la decisión que la hemos discutido con el FMI, con economistas independientes, con académicos… Se puede ahorrar en el entorno de los US$ 900 millones por año. Y me atrevo a decirte que es un número conservador porque no quisimos comprometer de más. La propuesta detalla de dónde se saca, para qué se va a usar. En principio para equilibrar las cuentas. No seguir generando el aumento del déficit. Frenarlo, cambiar el sentido y poder bajarlo.

—El próximo gobierno va a tomar un déficit del entorno del 4,5% al 5%…

—(Interrumpe) Eso es increíble. Lo que debería pasar es que el ministro de Económica debería estar agarrándose la cabeza pensando a ver cómo baja el déficit. No hay ninguna actitud del presidente, ni del ministerio de Economía, ni ninguno del equipo económico, pensando en cómo hacer para bajar el déficit.

—¿Cuál es el número al que quiere bajar el déficit?

—Yo tengo este número que es alrededor de los 900 millones de dólares por año de ahorro. Cuánto de eso va a ir para bajar el déficit, y cuánto de eso va a ser estímulo para la reactivación nacional…

—Bien, ¿pero a cuánto pretende bajar el déficit?

—No quiero dar un número porque está el compromiso electoral. Primero (quiero) ser preferido en la interna. Conformar una fórmula. Después (hacer) un compromiso con el país y el resto de la oposición, y después las auditorías. Esas van a ser más o menos intensivas según la transición. Si la transición es a la chilena, vamos a tener toda la información, con lo cual las auditorías no deberían ser intensas. No creo que vayamos a tener una transición a la Argentina, pero sí con menos información: bueno las auditorías serán más intensas. Y una vez terminada se le dirá al país: «Esta es la situación de la nación».

—¿Habrá recorte de programas?

—Alguno puede haber sí.

—¿Por ejemplo?

—No (recortaremos) los programas que el gobierno está asustando fantasmas.

—La ministra Arismendi dijo a El País que la historia ha demostrado que el Partido Nacional recorta políticas sociales.

—Falta a la verdad. Debería explicar por qué al mismo tiempo que contrataba choferes a diestra y siniestra, recortaba la alimentación a los más vulnerables, no como lo denunció Luis Lacalle o Martín lema, sino también el sindicato. No me parece bien que se utilicen argumentos falaces. Ese es el nivel de la campaña que algunos van a tener.

—En ese gobierno de coalición que visualiza, ¿cómo negociará los ministerios si gana?

—Yo le llamo un gobierno de compromiso con el país, no un gobierno de coalición. Vamos a armar una agenda común. Le llamo buscar las siete coincidencias. Lo que Uruguay está es necesitando sentido común. Vamos a agarrar el programa de gobierno del Partido Colorado, del Partido Independiente, del Partido de la Gente y vamos a tener muchas similitudes.

—¿Observó que este tema ya generó la primera ruptura electoral en la campaña? Me refiero a La Alternativa de Mieres.

—Sí. No se ha hablado, ni acordado, o como espuriamente se acusa a Mieres de tener un acuerdo por cargos conmigo. Nunca me senté con Mieres a negociar. Ese día la gente se va a enterar.

—Entonces, ¿cuál es su plan para negociar un supuesto gabinete?

—Algunos ministros no los negocio. Lo dije hace tiempo (Mides, Educación y Economía). Después dependerá del peso relativo electoral de cada uno, dependerá que estén las personas idóneas y con peso político.

—¿Se va a respetar una cuota política? Fue un tema que se le ha criticado al Frente.

—Se le criticó históricamente a todo el mundo. Yo nunca lo critiqué. Yo no creo en ministerios como compartimentos estancos. No creo que sea uno para los colorados, otro para el Partido Independiente y otro para el De la Gente. Si el ministro es de un partido socio de la coalición, el subsecretario puede ser del Partido Nacional. De esa forma se mantiene una cohesión

—¿Qué plan tiene para la negociación de la fórmula blanca?

—Primero tengo que ganar. Porque yo no doy por ganada la interna.

—Con el escenario actual que lo muestra como favorito, ¿cree que está amenazado y eso se puede revertir?

—Mucha gente construye una carrera, un respaldo electoral en mucho tiempo y por una mala decisión lo pierde. Hay que ser muy cuidadoso. Yo no digo que esté amenazado, pero simplemente no quiero decir que ya gané la interna. La fórmula va a depender de los pesos relativos de los sectores, mucho de una figura que pueda ser vicepresidente y después que pueda ser buen candidato a vicepresidente.

—Larrañaga dijo que surge de quién salga segundo, ¿opina igual?

—Yo creo que estamos con la madurez suficiente para que se dé un consenso partidario. La lógica indica que sea entre el primero y el segundo.

—¿Cómo vio la aparición de Sartori en la interna blanca?

—No la visualice porque fue sorpresivo. Quizás es sorpresivo que haya logrado un espacio dentro del partido. Eso habla de que había un espacio para llenar. Y cuál va a ser su proyección, la verdad que no me queda claro.

—En los blancos lo ven con cierto temor.

—No sé si temor es la palabra. Sí quizás con desconocimiento. Y quizás con un caudal económico volcado a una campaña electoral que sobrepasa todo lo que uno ha visto.

—De ganar, ¿se ve en una fórmula con él?

—Obviamente si uno se imagina a un vicepresidente no se imagina a Sartori. El vicepresidente tiene que estar sentado horas y horas en el Parlamento, kilos de yerba, litros de mate, miles de sonrisas, toneladas de paciencia, conocimiento de la interna del Parlamento y conocimiento jurídico.

—¿Cuál va a ser su posición en el plebiscito sobre la seguridad?

—Ya es conocida. En el sector no hay posición. Algunas agrupaciones van a votar, otras no van a votar. Algunas agrupaciones repartirán la papeleta, otras no.

—¿No tiene problema que agrupaciones de Todos entreguen la papeletas del «Sí»?

No hay ningún problema. Yo no voy a votar el plebiscito, pero sé de compañeros que lo van a votar, esto se ha tratado en la mesa chica y está abierto. El que quiera ensobrar, que ensobre.olítica, Elecciones 2019, Precandidaturas, Partido Nacional, Luis Lacalle Pou, Déficit fiscal, Ajuste fiscal, Inseguridad, Reforma constitucional

Fuente: El País