Lacalle Pou busca el «mano a mano» en los pueblos del interior
A Mal Abrigo le dicen el “paraíso escondido”. Esa localidad maragata de menos de 350 habitantes, que supo vivir del tren, fue ganadora en 2015 del premio Pueblo Turístico. Ese fue uno de los puntos de partida para que la Asociación de Ferrocarriles del Estado (AFE), la Intendencia de San José y el Ministerio de Turismo hicieran de la vieja estación un museo que parece un viaje en el tiempo.
El precandidato nacionalista Luis Lacalle Pou recorrió este martes las distintas habitaciones del museo, que también tiene un café y puestos de artesanos, y aprovechó para recordar sus viajes en tren cuando era niño. El líder del sector Todos se tomó su tiempo. Caminaba despacio y leía cada cartel en el que explicaba la historia de AFE en ese “paraíso escondido”. Pese a que todavía le quedaban cuatro pueblos más por visitar, no quiso correr.
Precisamente, andar sin mirar el reloj es el objetivo de la gira que comenzó el 5 de febrero en Andresito (Flores) y que se extenderá hasta el 14 de marzo por las 90 localidades más pequeñas del país. Lacalle Pou eligió iniciar sus recorridas por pueblos que en la mayoría de los casos no superan los 1.000 habitantes porque quiere que sus primeros pasos en la campaña electoral de este año sean un “mano a mano” para elaborar lo que define como “la geografía humana”.
“A pesar de estar en año electoral, todavía tenemos tiempo. Podemos escuchar propuestas, críticas, ideas y seguir conformado la geografía humana. Porque los pagos no son dos casas, unos árboles, un tajamar, un comercio, una calle y una escuela. Los pagos son la gente que vive en esa zona. Y la geografía humana del país es la importante porque es la que queremos gobernar y mejorar”, dijo –micrófono en mano para que no se le cansara la voz– al costado de las vías del tren de Mal Abrigo.
En cada pueblo su discurso se centró primero en romper con “la onda de decir que los próximos cinco años serán medio chauchas”, un concepto que cree que implica “menospreciar a los uruguayos”. Luego, el líder del sector Todos mencionó políticas públicas que pretende aplicar si es gobierno, como la necesidad de un ahorro estatal, cambios tarifarios para estimular la generación de empleo y medidas para la seguridad pública. En ese último punto dijo, por ejemplo, que le dará la posibilidad a los policías de que usen sus armas de reglamento cuando están trabajando bajo el amparo de la figura de la legítima defensa policial presunta. También apareció su ya clásica frase de que “a la delincuencia se le terminó el recreo” si es presidente y que, de serlo, será él quien esté en la primera línea para el combate a la delincuencia.
“Nosotros trabajamos con la materia prima, que es la persona. Trabajamos con la alegría, la esperanza, la desilusión de una persona”
Antes de hablar entre 20 y 30 minutos en las localidades elegidas, el precandidato saludaba uno a uno quienes habían ido a escucharlo. “¿A vos te saludé?”, solía preguntarle a algún que otro vecino porque no quería saltearse a ninguno. Con muchos de ellos se quedaba conversando unos minutos.
De esas charlas surgían reclamos por las jubilaciones, como el de un peón rural que se retiró luego de 30 años de trabajo en el campo y cobra $ 13.600. También se quejó el padre de una niña de 11 años que vivía en campaña y recibió la visita de una asistente social del Ministerio de Desarrollo Social a la que, según contó, “no le gustó” que la casi adolescente pastoreara ovejas a caballo porque creía que esa era una tarea de adultos.
“Está la onda de decir que los cinco años que vienen van a ser un poco chauchas, y que el gobierno que viene va a tener que subir los impuestos. Yo vine a decirles que eso no es así”
En ese “mano a mano” un vecino de Raigón (San José) llamó a su hija y le pasó el celular a Lacalle Pou, que habló con ella a la distancia porque no pudo acercarse a la plaza del pueblo. “Comprale a tu padre un celular más nuevo”, bromeó el precandidato cuando estaba por cortar la llamada.
Las bromas también le llegaron a él. “Lacalle, ¿viniste a hacer la bandera?”, le preguntó a las risas un hombre en Mal Abrigo, recordando la prueba de destreza física que hizo en agosto de 2014 en Cardona. “Esta vez no puedo. Bueno, puedo pero no debo”, le respondió también sonriente.
Fuera del plan
La idea original era que quienes quisieran conocer y escuchar al candidato fueran sin banderas y carteles. Lacalle Pou quería lograr de esa manera una mayor cercanía con los posibles votantes. Sin embargo, esa no fue la regla en los pagos. En varias localidades de Colonia, por ejemplo, sus fotos en cartones o pancartas llenaron las plazas públicas.
“En campaña electoral se pueden hacer dos cosas: prometer o comprometer. Yo por lo general le escapo a la promesa”.
Muchos de los que lo escuchaban en una localidad viajaban a la siguiente para volver a verlo y por eso el precandidato empezó a hacer un pequeño ejercicio. Cada vez que abría un discurso, pedía que fueran para adelante los que eran del pueblo y para atrás los que ya lo habían escuchado. La militancia cumplía con el mandato.
Por momentos, tampoco le fue fácil conservar la cercanía que buscaba porque eran cientos las personas que iban a su encuentro. Pero Lacalle Pou insisitó en el objetivo y, aunque le llevó más tiempo, siempre saludó uno por uno a los vecinos.
A la gira “de la geografía humana” le queda un mes más y se repetirá por otras localidades a partir de abril. En 10 días visitó más de 30 lugares y en su agenda tiene anotados por lo menos 150 más.
Fuente: El Observador