Senador Delgado: Entrevista en Semanario Búsqueda
Daniel Martínez fue el “arquitecto” y Sendic un “mal constructor” de lo que pasó en Ancap, opina el senador Álvaro Delgado. “Hay gente que está más preocupada en ser importante que en ser útil”, dice el senador blanco Álvaro Delgado a la mañana siguiente de una maratónica jornada en el Parlamento por la Rendición de Cuentas. Delgado es de los que se sienten útiles. Lugarteniente del senador Luis Lacalle Pou con la misión de zurcir, tejer alianzas, dialogar y acordar con los senadores oficialistas, fue uno de los interlocutores del último pacto que abortó un debate en el Parlamento tras la renuncia del vicepresidente Raúl Sendic. Asume que con el diario del lunes puedan llegar críticas a un acuerdo que le valió cuestionamientos internos, pero entiende que se hizo lo que se tenía que hacer.
Para Delgado, estaba ya “demasiado claro” que fue el Partido Nacional y su propuesta de investigar la gestión de Ancap lo que agitó la tormenta de Sendic que concluyó con su renuncia. “¿Para qué echar más nafta al fuego?”, se pregunta. En mayo de 2015 se sentó con Lacalle Pou y el director de Ancap, Diego Labat, a ver los números del ente petrolero y se desayunaron del “agujero negro” de 800 millones de dólares. Luego vino la comisión investigadora, de la que fue miembro denunciante, y después una denuncia penal de la que se aguarda resolución. Por eso, insiste, ante la renuncia de un vicepresidente y la asunción de otro se optó por “resguardar” la institucionalidad ante las cadenas internacionales que cubrían el evento. “Los goles más importantes no se camisetean”.
Lo que sigue es un resumen de su entrevista con Búsqueda.
—El lunes, los senadores estuvieron hasta la madrugada con la votación de la Rendición de Cuentas. ¿Qué pasó? ¿Por qué se estiró tanto?
—Primero, definimos hacerlo en un solo día, me parecía que era más práctico. Segundo, que había una decisión que yo sabía que existía y que el Frente Amplio no se animaba a dejarla en actas y era que no querían abrir la Rendición de Cuentas. Cada vez que avanzábamos nos dábamos cuenta de que había errores y horrores vinculados a algunos artículos que habían salido de Diputados, producto de un débil equilibrio interno que tiene el Frente.
—¿Qué errores y horrores había?
—Entre otras cosas, la propia redacción de la rebaja del subsidio de la cerveza. Está tan mal redactado que lo que se deroga es el Imesi, no se le quita un tercio del subsidio, se le deroga el Imesi que son 1.200 millones de dólares de recaudación por año. En el mano a mano, hablando con los senadores frenteamplistas, nos dábamos cuenta de que había cosas para arreglar. No se habían incorporado artículos que no tenían costo y que nadie sabe por qué no se incorporaron. El más absurdo de todos: que el Poder Judicial necesita una autorización legal, que estaba pidiendo, para destruir archivos, sentencias viejas, que ya no tenían ningún tipo de utilidad y se estaban deteriorando. Eso obviamente no tenía costo y ni siquiera eso se aprobó. ¿Qué pasó? Tenían miedo de abrir la Rendición de Cuentas, abrir una rendija que después abriera una puerta. Se corría el riesgo que volviera a Diputados, donde se había logrado una mayoría muy débil y podría no aprobarse. Y fue lo que pasó; tan es así que hablamos con la senadora Lucía Topolansky para trabajar en algunos artículos de la Rendición de Cuentas que no iban a tener andamiento y trabajarlos como leyes aparte. No es muy prolijo parlamentariamente, pero por lo menos puede solucionar algunos errores jurídicos y prácticos de este proyecto tal como salió.
—¿Por qué salió tan desprolijo el proyecto desde Diputados?
—El acuerdo fue muy difícil en la interna del Frente Amplio, conseguir mayorías operativas que no tenían. Pero después hay algunas cosas que saben que son inconstitucionales, como el artículo 15, que habilita a no pagar juicios contra el Estado, y las mandaron igual. Saben que es inconstitucional. Y se aferraron a un criterio que es que por tener mayoría, tenemos razón. Es parte de algo que el Frente ha generado después de tantos años de gobierno, que es escuchar poco, esa soberbia de la mayoría propia. A algunos se les van tapando las orejas y van perdiendo la sensibilidad y la capacidad de escuchar y calificar las ideas no en función de quien las proponga sino de los efectos que tiene. Hay que ser más permeables a ideas ajenas. La Rendición de Cuentas, además, supone más impuestos, no hay ninguna innovación, demuestra que no hay agenda de desarrollo. No es más de lo mismo, es peor de lo mismo. Es deficitaria en 2.500 millones de dólares, el año que viene prevé un déficit de 1.800. Había que financiar 112 millones y lo financian con más impuesto, rascando la lata. Creo que el gobierno perdió la oportunidad de generar una agenda de desarrollo.
—Recién decía que el gobierno perdió la capacidad de escuchar. Sin embargo, usted, dentro de la oposición, es uno de los que tienen un rol clave en el diálogo con el oficialismo. ¿A usted lo escuchan?
—Yo cito siempre una frase: hay gente que está más preocupada en ser importante que en ser útil. Yo trato de ser útil. No por ser dialoguista dejás de ser firme. Uno tiene que ingeniarse en la capacidad de incidir. Se da muchas veces el debate: votamos en contra y punto o tratamos de que salgan menos mal algunas cosas. Es un debate muy interesante. Creo que hay de las dos cosas. Hay temas en los cuales uno tiene que marcar la posición. Y creo que al gobierno le ha faltado margen para hacer las cosas mejor porque se encerró en su interna, producto de que tenía que cuidar su mayoría. Aspiro a tender más puentes en un futuro. Mi rol de coordinador implica tener diálogo. No por eso dejo de plantear los temas o decir que no cuando hay que decir que no. Necesitamos vías de acuerdo, en algunos temas nos tenemos que poner de acuerdo. Me parece que hay algunos temas en los que tenemos que volver a la negociación política como factor de síntesis. Todo el mundo sabe que las mayorías son legítimas, yo no estoy cuestionando eso, pero no por ser legítimas uno tiene que venir con la aplanadora.
—En la última semana hubo un episodio vinculado a la negociación política cuando en un hecho histórico como la renuncia de un vicepresidente se acordó no debatir el tema en Asamblea General. ¿Cómo fue ese proceso, que lo tuvo como protagonista, y que también generó polémicas internas?
—Primero, lo de Sendic no es una etapa terminada, ¿no? Lo de Sendic continúa. Eso y la gestión de Ancap. Ahora vienen las citaciones de la Justicia, a propuesta, entre otros, del Partido Nacional. Porque me parece que está bueno recordar estas cosas. Si no hubiera habido investigadora, propuesta por el Partido Nacional, ni las tarjetas corporativas, ni los horrores de la gestión de Ancap ni la renuncia de Sendic estaban en el tapete.
—¿Y sospechaban que investigar sobre la gestión de Ancap podría terminar en la renuncia de un vicepresidente?
—No, obviamente. Nosotros investigamos hechos y no personas. Los hechos tienen responsables, y el principal responsable es Raúl Sendic. Es más, en el proceso investigado, del 2005 al 2014, quien arma toda la estructura del plan de inversiones y el financiamiento fue Daniel Martínez durante su presidencia en Ancap. Fue el arquitecto. Y Sendic el constructor, evidentemente un mal constructor de lo que se había diseñado.
—¿Pero no siente entonces que Daniel Martínez sale sin una fisura de todo este proceso, que se apuntaron todos los dardos a Sendic?
—Yo lo que digo es que Martínez armó toda la cuestión, el plan de inversiones y el financiamiento. Tan es así que en el 2005 se firma con Martínez el proceso de acuerdo energético con Venezuela, donde financiaba PDVSA la compra de petróleo.
—¿No le cabe ninguna responsabilidad a Martínez?
—Y ahí se empezó a generar, pero en lo que no estuvo fue en la implementación de la mayoría de las cosas. Lo que pasó después es que se apretaron todos los aceleradores juntos y sin demasiado control, sin ver las banquinas, sin espejos retrovisores, sin luces. Eso fue lo que pasó. Y creo que la investigadora sobre estos hechos fue el primer trabajo coordinado en un objetivo específico de la oposición. Y cada vez que avanzábamos en la investigadora surgían otros temas. Hubo expedientes, denuncias, que me llegaban en sobres, fue agarrando una dimensión que quizás no preveíamos al inicio. Y después hicimos lo que teníamos que hacer. Y nadie puede decir que en este caso nos callamos. Hablamos muy firmes. Es notorio que si no hubiera habido investigadora, impulsada por el Partido Nacional, no estaba nada de esto sobre la mesa. La renuncia de Sendic incluida.
—Volvamos al tema de la Asamblea General. ¿Por qué no hubo debate sobre la renuncia de Sendic, por qué ese acuerdo con el oficialismo?
—Obviamente, fue una decisión partidaria, después de debatirlo mucho. Recordemos que estamos hablando nada más y nada menos que de la renuncia histórica de un vicepresidente por motivos vinculados a temas éticos y al manejo de dineros públicos…
—Bueno, por eso quizás se podría reclamar un debate.
—Porque también se votaba la asunción de una nueva vicepresidenta, donde además todas las cadenas internacionales estaban haciendo referencia a este proceso. Y la verdad que la imagen de Uruguay no estaba quedando muy bien. Hay que tomar la magnitud del tema, es histórico. Yo acepto todas las críticas. Acá no hubo decisiones personales, fueron todas partidarias. Con el diario del lunes siempre las cosas se pudieron hacer diferentes. Pero estamos en un momento de mucha debilidad, de mucha efervescencia política y una situación institucional compleja. Con un vicepresidente que no tenía el apoyo de la oposición ni de su propio partido ni del presidente de la República. Y la verdad que en ese proceso, cuando se da la discusión de cómo iba a ser el trámite en la Asamblea General, yo pedí conocer la carta de renuncia de Sendic. Si hacía consideraciones políticas, el tema era distinto. Lo discutimos en la bancada, mucho. Se decidió que para el Partido Nacional el tema seguía, y para nosotros lo importante es lo que determine la Justicia. Ya fuimos críticos con este tema. Se optó por un tema de resguardo institucional, de cuidado, estaba lleno de cadenas internacionales siguiendo el tema de la asunción de la vicepresidenta.
—¿Entonces se evitó hacer un “circo” sobre la renuncia y la asunción?
—Más por la asunción que por la renuncia. La renuncia ya estaba clara y fue una decisión personal generada por una instancia impulsada por el Partido Nacional. Los goles más importantes no se camisetean. Nosotros tenemos un resguardo institucional importante.
—¿Cómo impacta en el funcionamiento parlamentario que Topolansky sea la vice?
—Bueno, partimos de la base de que desde que empezó la investigadora de Ancap, Sendic no convocó nunca más a la coordinadora de partidos. Había un aislamiento importante en el manejo legislativo, operativo y político. Estaba aislado.
—¿Y qué impacto tendrá en el gobierno la renuncia?
—Obviamente, esto tiene alto impacto en el Frente Amplio y en el gobierno. Es mentira que se hace delete y nada de esto pasó. Creo que va a tener costos políticos. Ojalá esto, donde cada uno hizo lo tenía que hacer… imaginemos si la situación era inversa, ¿no? Yo no sé si el Frente Amplio tenía este mismo resguardo institucional que tuvieron el Partido Nacional y el resto de la oposición. Si eran conscientes de la responsabilidad de la hora y de lo dramático del momento. Yo no sé si el Frente Amplio en estas circunstancias hubiera actuado igual. Cada uno hace lo que tiene que hacer. Y ojalá que después de esto, que va a tener impacto en el gobierno, no contribuya a agudizar la brecha. El Uruguay está bastante fracturado y el Frente ha contribuido mucho a poner de un lado y del otro. Somos demasiado pocos los uruguayos y vemos que cada vez hay más barras que empiezan a ser antis. Y les tengo mucho miedo a los antis. Porque hoy el Frente perdió la capacidad de suturar la sociedad. Y ese es el gran desafío que tenemos nosotros: tender puentes. Porque en la próxima elección no están en juego los próximos cinco años, están en juego los próximos 20 años. Si vuelve a consolidarse el Frente Amplio se van a profundizar estos procesos de fragmentación.
Fuente: Semanario Búsqueda